sábado, 24 de octubre de 2015

"Esta economía mata", en edit. Palabra


La atención a los pobres es clave desde el comienzo mismo del nuevo pontificado. Inmediatamente después de haber aceptado su elección, el nuevo papa debe comunicar su primera decisión como obispo de Roma: el nombre que elige. Y a Jorge Mario Bergoglio se le pasó por la cabeza una idea al respecto, gracias al abrazo de un querido amigo. El último escrutinio de la jornada, al atardecer de aquel lluvioso 13 de marzo de 2013, fue decisivo. El cardenal de Buenos Aires se había acercado a los dos tercios de los votos, ya en la primera votación de la tarde, la cuarta del Cónclave. Luego, un incidente había ralentizado la elección: al abrir la urna, en el momento del escrutinio de la quinta votación, se había encontrado una papeleta más que el número de votantes: un cardenal no se había dado cuenta del hecho de que dos papeletas se habían quedado pegadas la una a la otra y había metido en la urna dos, en lugar de una. Se decidió no contabilizar aquellos votos, sino repetir inmediatamente la votación, tal y como está previsto en las normas del Cónclave. Así fue como el papa fue designado en la sexta votación, aunque en el quinto escrutinio. Conforme los votos iban aumentando, Bergoglio era confortado por el cardenal brasileño Claudio Hummes, amigo suyo, que estaba sentado a su lado. A las 19.05 –la hora ha sido anotada por el cardenal Angelo Comastri– el cardenal de Buenos Aires, tras haber respondido «acepto» a la pregunta del decano del colegio, dice a los electores: «Vocabor Franciscus», «me llamaré Francisco».
Será el propio Pontífice quien explique la elección del nombre, cuando se encuentre, tres días después, con los periodistas, el 16 de marzo. Es la primera vez en dos mil años de Historia de la Iglesia que un sucesor de Pedro decide llamarse Francisco y, desde la tarde de la elección, algunos invitaban a no considerar al poverello de Asís como el verdadero inspirador de la elección. «Algunos no sabían por qué el obispo de Roma había querido llamarse Francisco», dice el Papa Bergoglio, «y pensaron en san Francisco Javier o en san Francisco de Sales». Efectivamente, estas fueron interpretaciones recurrentes por parte de quien consideraba demasiado extraño que un papa jesuita tomase el nombre del santo de los franciscanos. Una decisión que no maduró sobre la base de un razonamiento abstracto, sino como consecuencia del abrazo alentador de un amigo. «En la elección, yo tenía junto a mí al arzobispo emérito de Sao Paulo y también cardenal prefecto emérito de la Congregación para el Clero, el cardenal Claudio Hummes: ¡un gran amigo, un gran amigo!», cuenta el Papa. «Cuando la cosa se hacía un tanto peligrosa, él me daba ánimos», añade, refiriéndose al progresivo, imparable aumento de los votos con su nombre. «Y cuando los votos alcanzaron los dos tercios, surgió el aplauso habitual cuando un papa es elegido, y él me abrazó, me besó y me dijo: “¡No te olvides de los pobres!”».

Este marcado carácter social del Papa es el tema clave de la presente obra que intenta responder a una cuestión de fondo: ¿Qué opinión tiene el Papa sobre la economía actual? 

Algunos periódicos financieros, grupos de ideología liberal o sectores minoritarios católicos atribuyen al Papa posiciones anticapitalistas. Otros interpretan su magisterio sobre la doctrina social de la Iglesia bajo el prisma de sus orígenes latinoamericanos. Andrea Tornielli y Giacomo Galeazzi -autores de este libro- acuden al propio Papa para analizar a fondo su pensamiento sobre el sistema económico contemporáneo. Además de revisar su magisterio en escritos y discursos, realizan una extensa entrevista en exclusiva con el Santo Padre en la que expone su opinión directa. El libro también recoge las opiniones del empresario y economista Ettore Gotti Tedeschi, quien fuera el banquero del Vaticano; del experto en teoría económica y profesor de Bolonia Stefano Zamagni; y de Carlos Olivero, párroco en un barrio depauperado en Buenos Aires y amigo personal del Papa Francisco. Andrea Tornielli, Vaticanista, es redactor del diario La Stampa, coordinador de la página web "Vatican Insider", y colaborador habitual en diversas revistas italianas e internacionales. Ha escrito varios libros, traducidos en 17 países. 
 

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