martes, 10 de febrero de 2015

Un libro novedoso, innovador y con magníficas repercusiones

El programa de estudios de la Pontificia Universidad Gregoriana (la universidad eclesiástica de los jesuitas en Roma) presenta una novedad que no ha pasado desapercibida para el curso 2013-2014: en la página 55, como parte de los cursos propios para la licenciatura en teología fundamental aparece uno dedicado a la “Ciberteología: pensar el cristianismo al tiempo de la red”. ¿El profesor titular? el ya célebre ciberteólogo y director de la conocida revista La Civiltà Cattolica, padre Antonio Spadaro, S.J.

El curso se presenta de la siguiente manera: “la red y la cultura del ciberespacio ponen nuevos retos a nuestra capacidad de formular y escuchar el lenguaje simbólico que habla de la posibilidad y de los signos de la trascendencia en nuestra vida. Tal vez ha llegado el momento de considerar la eventualidad de una ciberteología entendida como la inteligencia de la fe en el tiempo de la red.Esta sería el fruto de la fe que comunica desde sí un impulso cognoscitivo en un tiempo en el cual la lógica de la red determina la manera de pensar, conocer, comunicar y vivir” (página 162).

 La nueva asignatura teológica toma como base bibliográfica un libro homónimo al de la nueva disciplina y del cual también es autor el padre Spadaro. Se deducen de ahí los temas que comprensiblemente se tratarán durante el curso: “Internet: entre teología y tecnología”, “El hombre decodificado y la búsqueda de Dios”, “Cuerpo místico y conectivo”, “Ética hacker y visión cristiana”, “Liturgia, sacramentos y presencia virtual” y “Los retos teológicos de la ‘inteligencia colectiva’”.Más allá de la novedad que supone la incursión de una nueva disciplina que dice relación con algo tan actual como la web y algo tan longevo como la teología, está el parte aguas posiblemente histórico del nacimiento de una nueva ciencia que, de ahora en adelante, deberá abrirse paso, justificando epistemológicamente su existencia, para hacerse con un lugar en el ámbito de la famosa ciencia sagrada, la teología.

Y es que las experiencias específicamente religiosas no pueden ser entendidas como dependientes de las técnicas de comunicación. Sin embargo, es evidente que las tecnologías telemáticas están comenzando a influir sobre el modo de pensar la fe cristiana y, sobre todo, a tener un influjo —a veces virtuoso, a veces problemático— sobre sus categorías de comprensión. Obviamente no pretendemos afirmar una especie de determinismo tecnológico, sino más bien proponer una reflexión sobre el contexto en el que hoy, pero sobre todo mañana, se desarrollará la reflexión teológica. El plano del lenguaje al que hemos hecho referencia es solo el primer nivel de reflexión. De manera más amplia: ¿cómo la cultura digital incidirá en el modo de hacer un discurso sobre Dios y sobre la fe, especialmente si ese discurso es específicamente católico? La reflexión hasta ahora ha estado centrada en la religión en Red en términos generales o en las “ciberreligiones”, en el “tecnoagnosticismo” y el “tecnopaganismo”. Se ha estado, por tanto, más atento a lo “religioso” que a lo “teológico”, con el consecuente riesgo de aplastar y homologar las identidades y las teologías específicas, si no son reducidas a un puro enfoque sociológico nivelador. Ciertamente, el hecho de que hayan nacido algunas formas de religiosidad virtual en Red es el epifenómeno de una mutación compleja y amplia en la comprensión de lo sacro. Sin embargo, no es suficiente detenerse aquí. La reflexión sobre la ciberteología ha comenzado, aunque sin certeza sobre su estatuto epistemológico. El término es poco usado y, a menudo, su sentido no es claro. En cambio, sí lo es la siguiente pregunta: si los medios electrónicos y las tecnologías digitales “modifican el modo de comunicar e incluso el de pensar, ¿qué impacto tendrán sobre el modo de hacer teología?”. Las primeras rápidas y tímidas tentativas de llegar a una definición han buscado clarificar los términos de la cuestión. Susan George ha recogido cuatro definiciones de ciberteología como propuesta para una posible comprensión. La primera definición la encuadra como teología de los significados de la comunicación social en los tiempos de Internet y de las tecnologías avanzadas. La segunda la entiende como una reflexión pastoral sobre cómo comunicar el Evangelio con las capacidades propias de la Red. La tercera la interpreta como el mapa fenomenológico de la presencia de lo religioso en Internet. La cuarta considera la Red como lugar de las capacidades espirituales. Se trata, como se ve, de una tentativa interesante, aunque inicial, de definir un campo de reflexión. La teóloga inglesa Debbie Herring, por su parte, en el sitio cybertheology.net, que recoge racionalmente recursos y links, ha distinguido tres secciones: “teología en”, “teología del” y “teología para” el ciberespacio. La primera recoge materiales teológicos disponibles en Red; la segunda ofrece una lista de contribuciones teológicas al estudio del ciberespacio; la tercera consiste en reunir lugares en que se hace teología en Red (foros, sitios, mailing lists...). Estas distinciones son interesantes y aportan más claridad, enriqueciendo la reflexión.

Carlo Formenti, en su Incantati nella rete, dedica un capítulo a la ciberteología, entendiéndola como el estudio de las connotaciones teológicas de la tecnociencia, una “teología de la tecnología”, de manera distinta a como la considera Susan George. Un fascículo monográfico de la revista Concilium del año 2005, con el título Ciber-espacio, ciber-ética, ciber-teología, ofrece un aporte interesante: implícitamente parece definir la ciberteología como el estudio tanto de la espiritualidad que se expresa en y a través de Internet, como de las actuales representaciones e imaginaciones de lo “sacro”. Se trataría, entonces, de la reflexión sobre el cambio en la relación con Dios y con la trascendencia.


Quizás ha llegado el momento de dar un paso más, buscando un nuevo estatuto, más preciso, para esta disciplina que parece tan difícil de definir. Debemos, por tanto, considerar la ciberteología como la inteligencia de la fe en el tiempo de la Red, es decir, la reflexión de pensar la fe a la luz de la lógica de la Red. Nos referimos a la reflexión que nace de la pregunta sobre el modo en que la lógica de la Red, con sus potentes metáforas que trabajan en el imaginario, puede modelar la escucha y la lectura de la Biblia, el modo de comprender la Iglesia y la comunión eclesial, la Revelación, la liturgia, los sacramentos: los temas clásicos de la teología sistemática. La reflexión es importante porque resulta fácil constatar cómo, cada vez más, Internet contribuye a construir la identidad religiosa de las personas. Y si esto es verdad en general, lo será cada vez más para los llamados “nativos digitales”. La reflexión ciberteológica es un conocimiento reflexionado a partir de la experiencia de fe.


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