viernes, 17 de octubre de 2014

Oracional. Del antiguo al nuevo pueblo de Dios


La oración es necesaria para el alma. Ella es la contemplación de los sentimientos más sublimes. Vemos que el niño ora. Esta es una llamada. Así como la respiración es necesaria para el cuerpo, de la misma manera la oración es necesaria para el alma. El hombre necesita mucho más del aire que de la comida. Se ha comprobado que como mucho, el hombre puede vivir hasta 25 minutos sin aceptar aire, y si igualamos el aire con la oración, - que es un alimento para el alma -, veremos cuán grande es la necesidad de ella.
La oración es el acto más fuerte en la vida humana. Ella concentra los pensamientos, los sentimientos y la voluntad humana en uno. Tal oración es potente, ella hace milagros. Con la oración y el canto se alimenta el alma del ser humano. Y la oración es algo que nos une desde nuestro origen como pueblo de Dios.
Así podemos ver su trascurso histórico es esta pequeña obra, que sigue tres ejes:
  1. Primero, las oraciones sinagogales o familiares más habituales del pueblo de Israel. 
  2. Luego, unos pocos ejemplos de la etapa que podría cubrir el paso entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. 
  3. En tercer lugar, unos pocos ejemplos testimoniales de la etapa cristiana, es decir, el testimonio de algunas plegarias concretas, surgidas del corazón de fervientes cristianos. 

No hay espacio para más. Sí que lo hay para decir que a nosotros, para orar, siempre nos quedan los Salmos.


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