viernes, 21 de marzo de 2014

La teología feminista, de Hauke

Presentamos en esta nueva entrada un importante estudio realizado por Hauke que viene a ocupar un importante vacío que existía en la producción de lengua hispana, sobre la repercusión del feminismo en la producción de la teología.
Cuando hablamos de teología feminista, no estamos, lógicamente, hablando de teología sólo hecha por féminas, dado que hay muchas mujeres que hacen teología, y buena, y esa teología no es feminista. Es más, algunas de las críticas más certeras a lo que llamaremos teología feminista procede de mujeres teólogas, como es el caso de Barbara Albrecht, que se dedicó durante muchos años a la formación de agentes de pastoral; la teóloga y pedagoga Jutta Bruggraf; o la psicóloga Christa Meves, entre otras. Cuando hablamos de esta teología feminista, no estamos hablando sólo de la cuestión de la mujer, lo femenino, y la teología, o en la teología; ni de la cuestión de la mujer en la Iglesia, tal y como la ha planteado, por ejemplo, recientemente el Papa Francisco. De hecho, en el siglo XX hemos contado con Gerturd von la Fort, Singrid Undset, Ida Friederike Görres, Edith Stein, Olda Schneider, entre otras, que han hecho relevantes aportaciones a la filosofía, a la teología y a la espiritualidad, reflexionando sobre su identidad femenina.

La teología feminista, de la que habla este libro, es una teología elaborada a partir de los presupuestos del feminismo. De hecho, el feminismo de esta teología, una de las claves más reveladoras de los derroteros que arrastra esta forma de teología de genitivo, o teología adjetiva, nos llevaría a hablar de un feminismo teológico, que, además, tiene varias versiones, o de una crítica feminista en la teología. Dado que esta teología no es unitaria -probablemente hay tantas teologías feministas como teólogas feministas-, nos encontramos con teólogas que quieren permanecer dentro del cristianismo, y teólogas que han abandonado la fe cristiana como insalvablemente patriarcal. Incluso hay que distinguir entre el feminismo ginocéntrico y el andrógino, y, por tanto, entre la teología feminista geocéntrica, el retorno de las diosas, con la andrógina, la teológica del ser asexuado.
Lo que ofrece este clarificador estudio del catedrático Manfred Hauke, traducido y prologado por Félix Ochayta, es la idea de que la teología feminista, si se entiende desde una inadecuada antropología, es una amenaza en la medida en que toca la sustancia del ser del hombre y de la fe cristiana. Si, además, le añadimos la influencia histórico-intelectual evidente del marxismo, con una comprensión de la libertad basada en el existencialismo, nos encontramos con una mixtura que concluye en derroteros inimaginables. Como inimaginables son algunas de las afirmaciones que sostiene esta forma de teología.
 El Obispo de Alcalá, Reig Plá, realizó la presentación del mismo en la Univ. Francisco de Vitoria, en Madrid, y a lo largo de la misma sostuvo que "el feminismo ha ido ganando terreno en el campo de la opinión y de la cultura" de forma que "lo que en un primer momento se presentaba como 'feminismo sufragista', que reclamaba el derecho a voto de las mujeres o la igualdad de derechos entre el varón y la mujer, ha ido evolucionando bajo el influjo de distintas ideologías".
Así, ha precisado que del "feminismo de la igualdad" y del "feminismo de cuota", que reclama al menos la mitad de los cargos de responsabilidad para las mujeres, se ha pasado "a la pretensión delempoderamiento de la mujer, al feminismo radical o al feminismo ginocéntrico".
Atendiendo al ámbito cultural español, Reig Plà ha señalado que el "feminismo radical" es más conocido por "sus pretensiones políticas y por sus vinculaciones con los movimientos que promueven el aborto, el ataque al matrimonio monógamo e indisoluble y a la maternidad". Sin embargo, ha admitido que su capacidad de penetración en los 'mass media' representa "todo un reto" para el pensamiento cristiano.
Hemos de subrayar, para finalizar nuestro artículo, que la Iglesia es "una teología de la mujer" y, citando la Evangelium Vitae de Juan Pablo II, ha remarcado que el Magisterio de la Iglesia ha dado las claves para ir dando respuestas "verdaderas y buenas" e instando a las mujeres a ser "promotoras de un nuevo feminismo que, sin caer en la tentación de seguir modelos machistas, sepa reconocer y expresar el verdadero espíritu femenino".

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